En el escenario de la educación actual, donde las mentes jóvenes van reconociéndose a sí mismos, a su entorno y definiendo así su futuro; el papel de los acudientes, a menudo, se destaca como un pilar fundamental del proceso formativo.
Este proceso formativo, devela la importancia de que los estudiantes cuenten con redes de apoyo, voces que los impulsen y sean promotores de experiencias que les garanticen bienestar y crecimiento. Siendo entonces tan importantes para
En el transcurso de este artículo, nos sumergimos en los derechos que amparan a los acudientes en los colegios, derechos que van más allá de una simple observación pasiva y se establecen profundamente en la edificación activa de un entorno educativo óptimo.
Los cimientos son “Respeto”
Los pilares fundamentales de la relación entre los acudientes y las instituciones educativas se sustentan en la esencia misma del respeto.
Un respeto que va más allá de las palabras y se manifiesta en la atención respetuosa, cordial y oportuna por parte del personal directivo, docentes y administrativos. Este respeto se manifiesta en el cumplimiento de la oferta de valor, del manual de convivencia y de los procesos establecidos, que se convierten en el eje vertical entre las partes involucradas.
La clave: Formación integral
La educación no es solo la transmisión de conocimiento, sino una búsqueda completa de la formación integral de las personas. Los acudientes tienen el derecho de conocer oportunamente los resultados de la ejecución y el rendimiento en esta formación integral. Es un derecho que trasciende lo visible como lo son las calificaciones y se adentra en la comprensión del crecimiento personal, social y académico de sus hijos o acudidos.
En situaciones que impactan la formación integral, los acudientes no son meros observadores, sino participantes activos. Tienen el derecho de ser escuchados y atendidos por los directivos docentes, docentes o administrativos. Esta participación activa les permite contribuir en el diseño de planes de mejoramiento, garantizando que el proceso educativo sea enriquecedor y efectivo.
Llamado a la representación
La voz de los acudientes no solo se escucha en las aulas, sino también en los órganos del gobierno escolar. El derecho a elegir y ser elegido en estos órganos marca la posibilidad de influir en las políticas y decisiones que moldean la dirección de la institución. Esta representación va más allá de lo superficial y se convierte en una herramienta para promover cambios positivos.
Transparencia financiera y divulgación
La educación no es solo una cuestión académica, sino también financiera. Los acudientes tienen el derecho de conocer la información relacionada con los costos educativos aprobados por el Consejo Directivo y a conocer la ejecución de los presupuestos. Esta transparencia financiera contribuye a la confianza y claridad en la relación entre la institución y los acudientes.
Participación activa y pleno conocimiento
El Proyecto Educativo Institucional es el corazón de la visión educativa de la institución. Los padres de familia tienen el derecho de participar en la creación, ajuste y mejora del proyecto educativo así como de recibir formación de los componentes de este proyecto, lo que les permite entender la filosofía educativa que guía el proceso de enseñanza-aprendizaje.
La participación activa en el Programa de Educación Familiar(Ley 1404 de 2010), es un derecho que no solo fortalece la relación entre los acudientes y la institución, sino que también contribuye a una educación más sólida y completa. La colaboración entre la familia y la escuela enriquece la experiencia educativa de los estudiantes.
Convivencia desde la diversidad
Los acudientes tienen el derecho intransferible de no ser discriminados por sus creencias políticas, religiosas ni por su condición sexual. Esta salvaguardia de la diversidad contribuye a un ambiente educativo inclusivo y respetuoso.
Los derechos de los acudientes en las instituciones educativas no son simples formalidades, sino la base sobre los cuales se construye una educación sólida y enriquecedora. Desde la participación activa en la formación integral de los estudiantes hasta la representación en los órganos de gobierno, estos derechos empoderan a los acudientes para ser agentes activos en la educación de sus hijos. Es una invitación a ver más allá de las aulas, a construir puentes entre las familias y las escuelas, y a forjar un futuro educativo más brillante y equitativo.